Un día no pude resistir y, cediendo a mi curiosidad, le pregunté al respecto. Me contó una extraña historia acerca de un tren de la esperanza, de una gruta, de un agua que no moja... Su voz, comenzó entonces a temblar. "No conseguí que la Señora iluminara mis ojos, pero una muchacha se acercó hablándome con dulzura y hoy es mi mujer. Ella es mi vista, mi luz y mi apoyo. La Señora me dio mucho más de lo que le pedí".
29 de marzo de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario