sábado, 14 de enero de 2012

Los nombres

Hola. Soy Andrés, o Pedro, o Enrique, o Juan.
Me gusta jugar con los nombres. Los NOMBRES… ¡Qué bien suenan los nombres!

Cuando uno tiene nombre y alguien lo llama, vuelve la cabeza con una sonrisa y nota que todo su cuerpo se estremece.

¡Cuánto me hubiera gustado tener un nombre!
Así, de mayor, me habría comprado un colgante con todas sus letras:  J_O_S_É  M_A_N_U_E_L. ¡Qué pasada!

Siento correr una lágrima por mi mejilla, pero tampoco tengo lágrimas ni mejilla. Por no tener, no tengo ni VOZ.

Lo único que he deseado siempre con todas mis fuerzas ha sido pronunciar la palabra MAMÁ. La palabra MAMÁ es como un susurro que te abraza y que abraza, es como una brisa que recorre prados y veredas, como una suave canción de CUNA. ¡Qué maravilla cantar la palabra mamá, abrazarla, balbucirla, gri-taaar-laaaa…!

Pero yo no tuve cuna para nacer. Tampoco una cuna para morir. Mi pañal fue una bolsa de basura negra que me cubrió todo, todito, y ahora mi cuerpo desnudo y destrozado se descompone entre los restos y el hedor de porquerías.

¡Qué bien se estaba en tu juguito, mamá! ¡Cuánto te quiero! Hasta que tu juguito se volvió veneno y me quemó por dentro. Me retorcí durante un rato muy muy largo y horroroso. Me perdí tus besos, mamá; me perdí tu canto, mamá; me perdí tus pechos.

Ahora floto en una nube muy blanca, pero estoy solo. Haremos una cosa: intentaré hacerte un huequecito aquí, a mi lado, en esta nubecilla, para que algún día estemos juntitos, juntitos, como antes, como siempre.

Fdo. Me llamaban feto. ¡Qué nombre tan horrible!.

Uno de los métodos que se usan para provocar el aborto consiste en sacar una pequeña cantidad de líquido amniótico con la introducción de una aguja a través del abdomen de la madre. Con la misma aguja se inyecta una solución salina que se traga el niño quemándolo por dentro. Se puede ver perfectamente cómo se retuerce hasta morir. Su cuerpo acaba en una bolsa de basura.

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